Se preparó en la gestión del transporte al alero de la empresa de un amigo, pero finalmente decidió incursionar en su propio negocio. Le ha dado excelentes resultados trabajar con pequeños clientes y resalta que pese a que le gustan los camiones grandes, está muy cómodo con su flota de tonelaje medio.


“No hay mejor publicidad que el boca a boca y te puedo decir que cada vez que alguien me llama porque me recomendó otro cliente, siento un orgullo especial”, Carlos Farías.


Tiene una flota de diez vehículos desde camionetas hasta camiones de diez toneladas y su principal apoyo financiero ha sido Leasing Progreso.
Su fuerte es el traslado de materiales para la construcción y califica como un acierto incorporar camiones con pluma incluida en sus operaciones.


Carlos Farías trabajó por 12 años en la empresa de un amigo, lo que le permitió conocer en detalle la operación en el transporte de carga al controlar hasta 25 camiones.

Reconoce que no es falta de ambición el no querer crecer en exceso. Prefiere equilibrar el trabajo con su vida familiar.

Carlos Farías reconoce que siempre ha sido cauteloso al momento de tomar las decisiones que han marcado su camino profesional y que eso le ha dado resultado. Siente que ha logrado algo que no todos pueden decir: “Puedo tener una muy buena calidad de vida y trabajar en lo que me gusta”, define casi como un lema.


Sus comienzos en el transporte fueron fortuitos. Llegó a Santiago desde Santa Cruz con estudios técnicos de administración agrícola, que poco le iban a servir en la capital.


Un amigo, Rodolfo Sánchez, quien estaba comenzando un emprendimiento en transportes le ofreció que trabajara con él, mientras encontraba algo que lo satisficiera.


“No tenía idea del rubro en el que me estaba metiendo, pero estaba el compromiso y la buena disposición. Al final me quedé más de 12 años con él, antes de empezar por mi cuenta, y llegué a coordinar 25 camiones. Fue una escuela muy importante donde, además, puede empezar a discernir entre lo que estaba bien o mal en el manejo de una empresa”, recuerda Carlos Farías.


Dar el salto tampoco fue fácil. Siempre estuvo presenta la opción de independizarse, pero no se decidía, “porque también uno está cómodo y en cierto grado protegido porque el riesgo lo está corriendo otro, pero, al mismo, tiempo sentía que ya era el momento de empezar algo por mi cuenta”, agrega.

El destino, la suerte o “el de arriba”, como define Carlos, quiso que otro amigo le propusiera asumir el servicio de transporte con una camioneta de 2.000 kilos que estaba necesitando la empresa donde trabajaba.


“Partí a una compraventa casi con la idea que no me iban a tomar en cuenta y me encontré con que me aprobaron el crédito. El paso siguiente fue contarle a mi jefe. La opción era que me dijera que hasta ahí no más llegábamos o que podía coordinar mi vehículo en paralelo a la gestión de la flota. Por suerte me dijo que necesitaba que continuara con él”, enfatiza con un grado de alegría y satisfacción este empresario.


Gracias a eso la transición fue paulatina. Empezó a comprar más vehículos menores, de cinco hasta diez toneladas, hasta formar la flota que tiene hoy.
Con su antiguo jefe mantiene el fuerte lazo de la amistad y un apoyo mutuo esporádico en lo profesional, pero hace varios años que Carlos Farías ya recorre su propia ruta.

Boca a Boca

Su principal nicho de trabajo es prestar servicios de traslado de materiales y carga para la construcción dentro del área urbana de Santiago. Si bien posee contratos más o menos estables con varias empresas constructoras importantes, en el último tiempo, se ha dado cuenta que las mayores satisfacciones se las dan su clientes chicos.


“Quizás no son de pedir un flete todo los días, pero siempre hay alguno que aparece y lo bueno es que no te regatean las tarifas y pagan rápido. Además, que te recomiendan. No hay mejor publicidad que el boca a boca y te puedo decir que cada vez que alguien me llama porque me recomendó otro cliente, siento un orgullo especial, porque siento que las cosas las estoy haciendo bien y la gente confía”, comenta este empresario.


Además, agradece poder contar con el apoyo de proveedores y prestadores de servicios como Leasing Progreso, con quien mantiene una relación hace varios años y ya va por el quinto contrato para financiar sus camiones.


“También fue fortuito. Un vendedor en una compra-venta me dijo que trabajaba con Progreso y yo en ese tiempo estaba con otra compañía, porque cuando eres chico piensas que casi te atienden como un favor. Hablé con un ejecutivo de Progreso y al final la cuota era mucho más barata y el trámite fue mucho más expedito, así que no me he vuelto a
cambiar”, apunta Carlos Farías.


Conforme
Si bien dice que por un tema de gusto y capricho se compraría un camión más grande, siente que está en su ambiente en el nicho con menor tonelaje que ya domina.


“Lo único es que hace poco compré un camión con pluma para cargar y descargar incluida y me ha dado muy buen resultado. Creo que por ese lado voy a insistir”, anticipa.


El resto es sentirse satisfecho y feliz con su trabajo. Que pueda tener tiempo de pasar en familia y cubrir sus necesidades y algunos gustos, porque piensa que hay que trabajar para vivir y no al revés. “Y si lo hago en algo que más encima me gusta, qué más puedo pedir”, concluye.