EspacioT hace un especial homenaje en memoria de un gran visionario y pilar en el desarrollo del transporte de pasajeros en Chile, quien falleció este fin de semana, dejando en la memoria del rubro la historia de la icónica empresa Tramaca.

 

 

Manuel González y su esposa, doña Chelita.

La fría noche del pasado sábado, a sus 96 años y en la tranquilidad de un dormir profundo, dejó este mundo el reconocido y destacado empresario Manuel González Márquez, visionario e impulsor de una de las más grandes e importantes empresas del transporte de pasajeros en Chile, Tramaca.

El brillo de sus intensos ojos azules que conquistaron a su adorada Chelita se apagó. Fueron casi 70 años de matrimonio y toda una vida dedicada a los negocios, herencia familiar que edificó su propia historia, liderando una compañía con más de 2.500 trabajadores en la década de los ’80.

Nació en 1925 en la desértica zona de Chuquicamata luego de la llegada de sus padres, Eleukicia y Celestino, esforzados inmigrantes españoles que decidieron probar suerte en Chile. Apenas con casi 15 años, Manuel debió enfrentar la adversidad de quedar huérfano de padre y, con la astucia e ingenio que heredó de quien lo trajo en el vientre desde España, debió asumir la responsabilidad de apoyarla a ella y a sus cinco hermanas.

 

De Macaya y Cavour y Cía. Ltda a Tramaca

Lustró botas, vendió diarios y lavó autos para luego manejar la primera micro que hubo en Chuquicamata hasta que conoció a Ismael Macaya y Enrique Cavour, quienes ya eran socios y tenían su primera máquina donde fueron creciendo poco a poco.

Chuquicamata fue el eje del negocio y les dio la oportunidad de crecer y expandirse rápidamente convirtiéndose en Macaya Cavour y Cía Ltda en los años 40, cuando don Manuel se suma al negocio e incluso ve en don Ismael la imagen del padre que perdió de niño.

Tal era la astucia y trabajo de Manuel, que sin saber ni una pizca de inglés, fue capaz de ensamblar los buses que venían encajonados desde Estados Unidos. Más tarde, con una especial visión -junto a la familia Letnic de Flecha Norte- en el año 1956 trajeron los primeros buses alemanes al norte de Chile.

 

Esplendor

A mediados del año 77, los socios salen del negocio y don Manuel González se hizo totalmente cargo de la compañía que destacó en las carreteras del norte por la característica T en sus buses, y también por la relación que estableció durante años con miles de familias y empresas que ocuparon sus servicios.

Tramaca tuvo su esplendor en la década de los 80 gracias a la expansión minera. Producto de esos negocios hubo capital para renovar y ampliar la flota que no sólo recorría la Región de Antofagasta, sino que también ya transportaba pasajeros hacia Iquique y su Zona Franca, extendiéndose más tarde al resto del país. La empresa llegó a tener más de 2.500 trabajadores.

En 1992, Manuel González decide dedicarse a disfrutar y descansar junto a su esposa, dejando en manos de sus hijos el negocio. “En el camino hubo decisiones acertadas y otras no tanto”, como él mismo decía. Hubo tropiezos, una expansión excesiva y apresurada que, junto con el auge del transporte aéreo y del automóvil los enfrentaron a una crisis que, como compañía, afrontaban sobreendeudados.

A fines de 1996 buscaron apoyo en la administración ejercida por un consorcio norteamericano, con inútiles resultados, que los llevaron a la quiebra en el año 2000. Para Manuel este fue “un tropezón grande… pero nos levantamos”, siempre con la frente en alto y con el ejemplo en la acción.

 

Renacer de la mano de LINSA

2000 fue el momento de renacer en absoluto secreto.

Manuel y Chelita, junto a Jorge Andrés, uno de sus nietos, buscaron un lugar que les permitiera organizarse nuevamente. En silencio amoblaron y alhajaron todo y, cuando estuvieron listos, citaron a sus cuatro hijos a una oficina ubicada en Providencia. Fue el regalo para volver a empezar.

Hubo emocionados abrazos. Manuel González Márquez contaba en esa época, que esa nueva inversión la hacía con las ganancias que había guardado de un buen negocio hecho con su consuegro Milivoj Granic en la embotelladora de Coca Cola.

Se recuperaron los camiones que habían sido rematados y que venían con un contrato con La Escondida y así fueron nuevamente paso a paso, incluso “arrendamos propiedades que alguna vez nos pertenecieron”.

Fue así como en el año 2000, con el gran esfuerzo y trabajo de los hijos de Manuel, Linsa Tramaca, entró al escenario del transporte de carga en Antofagasta, y en 2003 se abrió la posibilidad de retornar a los buses a través del traslado de personal para la gran minería.

De esta forma, una de las empresas más importantes del mercado nacional regresaba replanteándose en el área de la logística, con momentos de dulce y agraz, pero con la convicción de sortear los vaivenes de los nuevos tiempos con la hombría y el ejemplo de Manuel, haciendo frente incluso al estallido social y a la difícil pandemia que desafía al mundo.

Así nos deja un hombre sencillo, pero de imponente carácter. Un caballero de pocas palabras y de más acción; de grandes lecciones de vida y de almuerzos de domingo, donde su presencia se extrañará en el seno familiar, ese legado que más amó en la vida: su mujer Silvia Molina Puelles, Chelita; sus cuatro hijos Carlos, Jorge, Manuel y Fernando; y sus catorce nietos y seis bisnietos.

Sin duda don Manuel descansa de una ardua labor, aquella que merece ser intensamente recordada.

 

Un respetuoso homenaje de EspacioT a un grande, uno de los pocos que quedaban en vida “forjados con una madera escasa y en extinción”.

 

Fuente: Familia González-Molina, Recopilación Antecedentes 2011-2021.