Este joven transportista cumplió la primera gran meta de todo camionero, comprar su primer tracto nuevo. Y no se trata de cualquiera, su Kenworth T 800 tiene una personalidad que, sin duda, lo hace único en su especie.

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La gran mayoría de las historias de transportistas que plasmamos en estás páginas apuntan a empresarios ya consolidados, con una flota, y que ya dejaron el volante.
En esta oportunidad conocimos a Máximo Quintana, quien cumplió el sueño de tener su primer camión nuevo, y no es cualquiera.
Su vínculo con la industria nace como en la mayoría de los casos. “Mi papá era transportista, aunque de buses, pero me crie entre los fierros. A mí, eso sí, me tiraban más los camiones y empecé a trabajar con un cuñado, llevando la tolva a recoger áridos al río. Tenía como 16 años cuando ya manejaba”, recuerda este joven camionero.
Su pasión es por el tracto americano y todo el concepto que encierra, cuanto más “tuneado” mejor. Por eso, con el tiempo su objetivo fue trabajar en Ecaval, empresa de áridos icónica por sus camiones imponentes y con personalidad, donde se desempeñó por varios años, con un positivo balance, como indica.
Al independizarse, dio con un tracto que se había volcado y que llevaba varios años abandonado.
“Le tuve que cambiar la cabina y hacer varios arreglos, pero el ‘corazón’ estaba impecable. Yo le conocía la historia y lo había manejado, porque el dueño se lo había comprado a Ecaval y se lo dieron vuelta al mes”, comenta.

Sueño cumplido
En ese tiempo se fue a vivir a Puerto Montt y se dedicó al traslado de salmones entre esa ciudad y Santiago, hasta que decidió volver y enfocarse de nuevo en el rubro de los áridos. Vendió el camión reparado y dio el gran paso para todo transportista, comprar su primera máquina nueva.
“Lo vi y dije que tenía que ser mío. Quería algo distinto y de este modelo no han traído muchos. Me gustaron los detalles de la cabina y las terminaciones del tablero. Lo cuido más que a mí señora”, cuenta riendo Máximo Quintana.
Se trata de un Kenworth T800 con motor Cummins ISX 15 de 500 HP, comercializado por SKC. Incluso, una de las cosas que más le gustó es que fuera con transmisión mecánica.
“Aprendí a manejar con caja Fuller y me gusta como suena el motor, sentir el peso de tirar las 50 toneladas, que se sientan los ‘yacos’ y la potencia de los 500 HP. Manejar un camión me apasiona y con éste siento que he cumplido un sueño”.
Amante de la cultura del camionero americano, tuvo la oportunidad de hacer un recorrido por el circuito vinculado a ese mundo, incluido un Truck Show. Aprovechó de traerse los accesorios más insólitos, como un demonio para la manilla de la caja de cambios, varios artilugios y carteles que lucen en la cabina y hasta puso en el frontis del capó el pato de la película Convoy de los años ´70, solo para fanáticos extremos.
Aunque tiene solo seis meses, hay que reconocer que sorprende el estado impoluto de este Kenworth, que mezcla la ruta con cargas sobre rampla con el agresivo trabajo con batea en las canteras de áridos.
“Soy fanático del paño. Si puedo lo lavo todos los días y, como solo lo manejo yo, me preocupo de cuidarlo en la faena”, agrega.
Tanto lo quiere, que en su parcela en Paine, mientras construye su casa, el camión ya tiene un galpón especial para guarecerse.
Dice que quiere disfrutar de este tracto nuevo y de su gusto por manejarlo, por lo que, en esta etapa, no piensa en aumentar a una flota que lo obligue a bajarse y asumir una gestión más global, pero tampoco lo descarta para el futuro.
La pasión por el camión, en su caso, es algo genético y la traspasó a su hijo Tomás, de 12 años.
“A él también le encanta. Ya lo maneja acá dentro del terreno y acomoda la batea, aunque preferiría que estudie y se dedique a otra cosa. Ahí veremos, porque si a mí me gusta tanto esto, no le puedo cuestionar que también tenga esta pasión”, concluye Máximo Quintana.