Destacan en un rubro dominado por los hombres y, además, bien machista. Reconocen que han tenido dificultades y que hasta fueron discriminadas. Pero así, como tantas otras mujeres, han sabido dejar su impronta en el mundo del transporte.

“Antes, los hombres se repartían el trabajo”
Julia Rodríguez, transportista y dirigenta.

Es un ícono del transporte en el norte del país, conocida por su carácter y entrega por los suyos, pero eso no significa que su historia esté exenta de dificultades.
Partió de manera fortuita, porque le prestó plata a un amigo que le falló y, después de varias peleas y abogado de por medio, le pagó con un camión.
“Al principio fue difícil porque las agrupaciones eran bien cerradas y se repartían las pegas entre los hombres. Además, en la Agretrans éramos solo dos mujeres de los 25 miembros. Pero con el tiempo logré un mayor respeto. Tuve una participación importante en una negociación con Codelco y logré que me miraran de otra forma”, recuerda Julia Rodríguez sobre sus comienzos en la industria a mediados de los ’90.
Reconoce que antes se trabajaba mucho entre amigos, “incluso se negociaban las tarifas de las licitaciones en la puerta, pero ahora todo es más ordenado y está regulado. Eso ayuda a que los que ofrecen mejores servicios ganen, sean hombres o mujeres”, comenta.
Eso se refleja también en que cada vez van ingresando más mujeres a la industria, particularmente en el norte del país, donde recientemente se conformó la Asgremutrans, asociación de Antofagasta con presencia solo femenina entre sus socias. Aquí Julia Rodríguez no es dirigenta, pero quiere apoyar, porque encuentra que es importante que la mujer se integre a este rubro que es complejo y exigente.
“Pero no reniego de nada. He pasado las duras y las maduras, pero también gracias a los camiones he podido educar a mis hijos y disfrutar un buen pasar. Si un consejo puedo dar es que hay que sacrificarse y trabajar duro, pero sin olvidar que como mujer uno también tiene un importante rol en la familia. Hay que saber equilibrar”, apunta.

“Sentí que se me exigía más por ser mujer”
Jaqueline Cofré, gerente general de Transportes Coihue.

Si bien sus padres tenían camiones trabajando en sus negocios agrícolas, ella no tenía idea de cómo operar en el mundo del transporte.
Hace más de 30 años, en la estación de servicios familiar que administraba, se puso a conversar con un conductor que llevaba “palos” y le comentó que era muy buen negocio. Tras averiguar un poco, le arrendó un tracto a su madre y empezó a ofrecer sus servicios.
“Al principio te miraban raro. Se preguntaban ‘¿irá a ser capaz?, porque en ese tiempo te asignaban un terreno y tenías que ir para coordinar el retiro de la madera. Podría decir que siempre me ponían más dificultades que al resto, porque en este rubro son bien machistas. Pero una vez llegué a un cerro que era súper empinado, donde nadie quería ir a retirar madera y estuvimos todo el día trabajando con el aljibe, la grúa y el camión haciendo el camino ahí mismo, hasta que lo logramos, y con eso me gané el respeto”, recuerda Jaqueline Cofré, gerente general de Transportes Coihue, empresa donde laboran 125 personas.
Hasta el día de hoy se encuentra con trabajadores o proveedores que le preguntan si la empresa la heredó de su padre. “Y yo les digo que la construí solita, no más. También piensan que soy un palo blanco de mi marido, pero el llegó cuando la cosa ya funcionaba. Ahora, el ve la parte de mantención y yo la administrativa, que es bien dura, porque debes tratar con la gente. Aunque también sé harto de mecánica y eso sorprende a algunos”, agrega esta empresaria asentada en Chillán.
Quizás, como uno de los valores agregados de ser mujer, enfatiza que “me relaciono muy bien con la gente. Tengo una política de puertas abiertas. No obstante, cuando se da una orden, hay que cumplirla. Ahora, si volviese en el tiempo, igual volvería a hacer lo mismo, porque es lo que me gusta. Estoy medio cansada ya, pero es lo mío”.

«Las mujeres somos más detallistas»
Eliana Sepúlveda, Buses Pullman Tur.

Junto a su hermana Valeria, asumió recientemente el desafío de tomar el mando de esta empresa de buses interurbanos afincada en Concepción y que fue creada por su padre, Leopoldo Sepúlveda.
Pero su historia en esta compañía se fue cimentando desde que era una niña, por lo que su vida se ha desarrollado en esta compleja industria.
“Claro que tu notas que es un rubro complicado y bien machista, pero creo que es más porque ha sido así siempre y recién se están viendo más cambios, como una profesionalización de las empresas. Más que un tema de respeto a la mujer, siento que ven como que no te la vas a poder y eso se da tanto entre la gente que trabaja contigo como con algunos proveedores más tradicionales. Ahora, no es una cosa de imponerse solo por el poder, sino que hay que tener la actitud y personalidad para demostrar que te la puedes y vas a aportar”, enfatiza Eliana Sepúlveda.
Es más, encuentra que las mujeres tienden a ser más detallistas y eso es una ventaja donde la mayoría de la oferta de viajes se parece en lo global. “Las empresas están teniendo los mismos buses de alta gama, pero marcas la diferencia en la calidad de servicio y en eso estamos trabajando profundamente. Además, si bien tenemos claro el enfoque que le queremos dar a Pullman Tur, también tenemos una política de puertas abiertas, donde conversamos con los equipos de cada área, acordamos cómo y cuándo implementar los cambios y ellos entienden que seguimos siendo una gran familia”, agrega.
“Yo estoy feliz con lo que hago y me siento muy validada en un rubro que está cambiando mucho y debes estar capacitado para responder a las necesidades de tus clientes, ya seas mujer o hombre. Estoy para ir con todo, sino para qué”, concluye esta joven empresaria del transporte de pasajeros.

“Un tiempo dormí toda la semana en el tolva”
Mery Ambar Vera, conductora de camión.

Nació en una familia ligada a los camiones, por lo que corre petróleo por la venas.
“Siempre me gustaron los camiones y estaba entre ser conductora o estudiar mecánica, pero a mi papá no le gustaba lo último, porque decía que era trabajo de hombres”, comenta riéndose Mery Ambar Vera.
Y si de sacrificios se puede hablar, tiene toda la autoridad al respecto. Ella y su familia viven en Quilpué y un tiempo, cuando estaba mala la pega de transporte de áridos en la zona, se vino a Santiago. “Trabajaba de lunes a viernes todo el día y luego me iba a una estación de servicios, ahí me duchaba, comía algo y tiraba una tabla con un colchón de cuna sobre el asiento. Como soy medio chica quedaba estirada. Y los fines de semana me iba para la casa para estar con la familia”, recuerda esta conductora sobre este periodo que duró más de un año.
Ahora logró asentarse en su zona y en vacaciones turna a sus hijos para que la acompañen arriba del camión, junto a un perro que le hace compañía. De a poco les inculca su pasión arriba del tolva y cuenta que su hija Sabrina, de 20 años, le dice que quiere seguir sus pasos y ya mueve el camión.
Si bien no se ha sentido discriminada, cada vez que llegaba a una zona nueva, veía que los hombres la miraban raro y no creían que se la pudiese con el trabajo. “Pero ahora es menos, porque hay más mujeres en el rubro. La otra vez vi a una manejando una retro en la planta”, enfatiza.
Se ríe cuando cuenta que su esposo no tiene ni idea de mover el camión, pero agradece la paciencia que ha tenido. “El me conoció arriba de la tolva, así que sabía a lo que se exponía. Igual siempre me ha apoyado y sabe que esto es lo mío. Aunque el último tiempo para generar un poco de plata extra me dedico a arreglar las uñas, algo bien femenino”, comenta entre risas.
Sobre la dificultad para manejar el camión ni se complica. “A mí me gusta a la antigua, con los cambios manuales. Me gusta que suenen los ‘yakos’ cuando manejas”, resalta Mery.

La mujer en el mundo del transporte
Gloria Hutt, ministra de Transportes.

Un estudio  desarrollado en el marco del  convenio suscrito entre el MTT, y el Transport Gender Lab del Banco Interamericano de Desarrollo, reveló la persistencia de barreras de acceso relacionadas con la división sexual del trabajo y la desigualdad de género.
Pero estamos trabajando para cambiar esta realidad. En 2014 había 264 mujeres conductoras de buses de transporte público de Santiago, lo que representaba el 1,5% del total de conductores. En 2019, las conductoras sumaban 1.271, equivalentes al 6.2%. 
La mayor participación femenina es valorada por todos los actores y se traduce en una menor tasa de accidentabilidad que los hombres, mejoras del clima laboral, disminución de la agresividad, mejor higiene de las máquinas y un mejor trato con los usuarios. Además, hemos podido comprobar un mayor rendimiento en el consumo de la energía de los buses eléctricos.
Hemos avanzado, pero aún queda mucho camino por recorrer. El crecimiento entre 2014 y 2019 ha sido de 1% anual y a ese ritmo demoraríamos 45 años, sólo en Santiago, para disminuir la brecha.  
En la Licitación de Operación de Vías planteamos una cuota mínima de 10% de mujeres conductoras al segundo año, con un aumento progresivo hasta 20% al noveno año. Adicionalmente se aplicará la Norma Chilena de Equidad de Género, cuyo cumplimiento es voluntario y busca la igualdad de género y conciliación de la vida laboral, familiar y personal.
Nos queda pendiente un enorme desafío para desarrollar acciones similares en regiones, donde el índice de participación femenina en la conducción es aún muy bajo. Nuestro compromiso se mantiene firme con la inclusión de las mujeres en el mundo del transporte, ya que a las conductoras se suman aquellas que realizan otras labores en el rubro, tales como reparaciones mecánicas, y de seguridad. Seguiremos estimulando una mayor presencia de mujeres en el transporte, a través de capacitación, normativa y trabajo con los empresarios y sindicatos. Creemos que la equidad de género en este rubro, igual que en otros ámbitos, producirá beneficios para toda la comunidad.